Cuando uno está algo morro y está formándose el caracter aparecen varias influencias. En mi caso, mientras crecía aparecieron por ahí gracias a Oscar (un mi compañero metalero-roquero de mi sexto grado) grupos como: Metallica, Guns n' Roses, Poison y por supuesto... Bon Jovi.
Mi imaginación siempre ha sido algo ávida de aventura... y ahora por la mañana escuché un par de canciones de aquella época, cuando los ochentas se despedían y los noventas entraban por la puerta de mi vida, andaba yo por los doce años y no era ni niña ni adolescente, era un extraño repertorio de sueños y de fantasías.
Así me encontró, por aquellos tiempos, una película de "indios y vaqueros" que le dio más virote a mi fantasía... Young guns II, así yo soñaba con mi vida pasada en el viejo y lejano oeste... ah... cómo me hubiera gustado ser mujer en ese tiempo. Bien jodido ese tiempo para serlo, pero siempre me ha gustado esta mi piel femenina que habito y siempre me ha gustado pensar en el reto de serlo. Y cómo refulgura (aún todavía) mi sangre al escuchar estas palabras: I'm wanted dead or alive. And I'm a cowboy. I got the night on my side...
Si, ya sé, no sería un cowboy, pero si una cowgirl...
El lado peligroso de la fantasía me pintaban la piel morena en unos gastados pantalones de dril añejo, sombrero alado, un par de pistolas en mi cintura y un cinto relleno de municiones, con un garañon negro azabache como mi cabello y un banquito donde pararme para montarlo, porque no esperen que alcance las espuelas con mi estatura, mujer viuda y dueña de tierras y vacas (de qué otra manera sería cowgirl?), respetada por los peones, no solo por viuda, sino por los balazos que podría meterles entre las cejas....
O a lo mejor la maestra rural, atendiendo la escuela parroquial, con alumnos desde los cuatro hasta los dieciocho años en una sola aula con pupitres de madera sin barnizar y sin siquiera lijar, con niñas con vestiditos tipo "Laura Ingalsh" y niños con botines destrompados y yo con unas naguas enormes con polleras de blanca manta y gorro amarrado a la barbilla, esperando a que recibieran mujeres en las Universidades para ir y largarme del pueblo...
O a lo mejor como abnegada madre de seis o siete niños, en gran tropa, cuidándolos de que no se enfermaran de escarlatina o que la viruela se los lleve a otro mundo, o protegiéndolos con escopeta en mano de los malvados cuatreros, jugándome la vida entre el huerto familiar y la tienda de proviciones que me dieran la manera de subsitir con mi prole y esperar al rotoso y rudo marido... sucio y polvoso, sudado y apestoso... que se sentara a comer complacido el pan que he horneado cada día hasta el fin de mis días.
O quizá la mujer fatal del pueblo, la dueña del burdel y socia de la cantina, la madame con peinado alto, con un sombrerito minúsculo con florecitas y plumas mínimas color azul, tipo tapetillo sobre mi coronilla... dejándome unos cuantos mechones de cabello negro rodar por mi espalda muy tapada pero con el pecho muy señido en amplio escote ofreciendo pero al mismo tiempo preguntando ¿cuánto quieres pagar?. Capaz de hacerle frente a la mojigatería pueblerina y prenderle fuego al cura del pueblo, por diabólico y andar diciendo que Dios castiga los que se meten a la cama en pareja.
O a lo mejor la mujer a lo "Belle Starr", pistolera foragida, despiadada, lider de una banda de asalta bancos, con mis hermanos mayores y menores planearíamos atracos a las diligencias y mi escondite se llamaría "Deadwood" (por aquello de la sonoridad), nunca me casaría y si lo hiciera me divorciaría. Sería amiga de todo valeroso y decidido delincuente y me sentaría a hablar, fumar y doparme con los indios.
Ah... mi naturaleza más básica me dice que a lo mejor hubiera sido esta última. Siempre me gustaron los sombreros vaqueros, siempre he amado a los caballos y solo me hubiera hecho falta la fina puntería.
Ah... esa canción que suena en mi inconciente... y esta otra canción que suena en mis sueños. Ahora, solo queda vivir en este pueblo que es San Salvador, con otras fantasías menos fantasiosas...
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