Antes esperaba con ansiedad cada 28 de febrero... era importante y creí que así sería por el resto de mi vida humana... ¿saben qué? Ya no lo es.
Y ay de mí! Como sufrí al inicio. Pero ya no lo es.
Y pues sí... ya no tengo al hombre de mi vida... pero tengo una vida mejor. Llena de sobresaltos y de especulaciones del corazón, pero definitivamente... feliz de ser la imperfecta persona que soy.
Y después de todo, el 28 de febrero sigue siendo un buen día para la alegría, para el sol y para cantar por las calles.
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